El
siguiente post busca hacer un poco de conciencia humana para ser un poco más
honestos con nosotros mismos y en verdad a que asisto a muchas actividades
benéficas.
Tenía
tanto tiempo sin escribir por aquí que pensé que ya Google me había cerrado el
espacio… gracias GOOGLE.
Quizás
no siga escribiendo como antes, pero de cualquier manera es bueno recordarme a
mí mismo las normas de este blog:
1ra.-
SI estoy haciendo mis escritos públicos me estoy arriesgando al escrutinio público
y al aceptar que cualquier persona pueda decir lo que desea como respuesta,
estará en mí en aceptarla y leerla.
2da.-
Este espacio es mío (y de Google) y por serlo puedo expresarme como se me
antoje, agradezco mucho el que leas mis líneas pero admite que no te estoy
obligando y lo estás haciendo por que deseas hacerlo y así como haces lo que
deseas también tengo el mismo privilegio.
Regresando
al tema de este post, me hace pensar en el tiempo que tengo en mi Santa Iglesia
Católica y en la cantidad de eventos que he participado desde mi país y fuera
del mismo en nombre de la Iglesia, pero me llega a la mente algunas actividades
puntuales, como son:
La
Marcha de la Fe, de la cual llevo más de 15 años participando, esta se realiza
en forma de procesión con el Rosario desde la Iglesia de Las Mercedes en la
Zona Colonial y termina en la Catedral Primada de América.
Un
Paso por mi Familia, que lleva su segundo año y cumple una ruta en simple
procesión por la avenida George Washington (El Malecón) donde las familias se
unen en un caminar por la paz y los valores.
Y
La visita a Los Monumentos, a esta asistí por primera vez este año y confieso
no la conocía. Se celebra en Santiago
de los Caballeros (no sé dónde más) y consiste en visitar un número de
santuarios preparados en distintas parroquias de la ciudad y se realiza todo a
pie, aun siendo largas distancias por la ciudad.
¿Y
qué me importa que hayas ido a esas actividades?, Espera que voy al punto,
estás actividades son concentraciones masivas de personas que profesan una fe,
aunque muchas de las personas van esperado encontrarse con amigos y familiares,
y lo hacen, pero es un encuentro de esperanza, no se te está ofreciendo nada
por asistir, aun así esperas con ansias la fecha para ir.
Estoy
bastante claro que en esos eventos me he quedado esperando personas de mi
círculo, personas que dicen que profesan mi misma fe y es un poco decepcionante
que para esas fechas que ya están avisadas con tiempo las personas se queden en
sus casas o prefieran asistir a otras actividades en vez de dar un paso por la
esperanza, un paso para ofrecerlo a la causa, un paso para mostrar en las
calles que la iglesia está vida y, ¿por qué no? Un paso por mi familia. Pero no me deprime el encontrar muy pocos de
ellos en estas actividades a los que todos y todas estamos llamados, tampoco el
que solo unos pocos suban las imágenes a las redes sociales, me deprime más el
ver que la necesidad de figurear de esos amigos es más fuerte que el
sentimiento de mostrar en las calles que somos hijos de un Dios vivo.
Apoyo
completamente actividades sociales como “Quiéreme Como Soy” o “Caminantes por
la Vida”, su propuestas son súper interesantes y lo recaudado sé de corazón que
va a muy buenas causas reales, pero lo que veo últimamente es que las personas
que van a esas actividades no se preocupan ni un poco por las personas “reales”
por la que van a esos eventos, pues conozco más de una que se toma cientos de
fotos con su t-shirt de Caminantes por la Vida y en una guagua no se sienta al
lado de una persona sin cabello en proceso de quimioterapia porque tiene miedo
a que se le pegue el cáncer… oigan esa sinverguenzería de esa ESTU-diante.
Llenan
los perfiles de fotos donde, como grandes diseñadores, rehacen los tshirt para
verse más “fashion”, zapatos de plataforma, mucha bisutería, grandes lentes
oscuros, pelo arreglado y maquillaje en exceso son los componentes de la
mayoría de las fotos en esas actividades, pero donde están los abrazos a los
niños con síndrome de down y a los niños con cáncer, es más, muchas de esas
fotos hubieran sido válidas hasta sin los abrazos.
Las
escuelas para niños con síndrome de down están abiertas todo el año y estamos
en la búsqueda de que en un futuro cercano no existan esas escuelas y ellos
acompañen a los otros niños en un mano a mano, pero ¿Por qué solo ese día vas
donde están ellos? Sin darte cuenta que quizás tengas un vecino a una esquina
de tu casa al que tienes ignorado sólo por su necesidad especial. Piensa un poco si solo vas a esas actividades
así como vas a un concierto a codearte con los famosos que sabes que asistirán
y a modelar un pantalón y zapatos nuevos.
Acaso, ¿Dejaste de ir a las mismas actividades de la Iglesia solo porque
allá no te encontrarás con Irving Alberti, con Jhatna Tavarez o Mozart La Para?
Me
gusta que más personas vayan a esas actividades, que la hagan verdaderas de
ellos, pero que la hagan con una conciencia real del porqué están yendo, y que
el día que aprendan eso también sepan asistir a las actividades de su comunidad
y la Iglesia Nacional, ya no más el ir a las Jornada Mundial de la Juventud
solo para decir que “viajé y conocí” y que todas esas experiencias sean de
verdad un encuentro de nuestra parte sensible y no el convertirme en una
persona tan materialista, y no lo digo por la artista. Que un día los organizadores de QcS y de CpV no
tengan que prohibir la entrada a las personas con síndrome de down y con cáncer
y que cambien el nombre de la actividad a un “figuréame como soy”.
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