sábado, 3 de abril de 2010

Muchas veces actuamos como Barrabás


Entonces Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les solto a Barrabas y entrego a Jesus, despues de azotarle, para que fuese crucificado."
Marcos 15:15

Nadie le pone el nombre Barrabas, ni a su perro. Es un nombre que quedo marcado como negativo, malo y despreciable. Nadie le pondria Barrabas a su hijo, porque la historia mostro que ese hombre hizo las cosas muy mal.

Habia muchos judios descontentos con el regimen romano. Muchos subversivos y violentos que querian un pais libre. Barrabas era uno de ellos. Ladron, asesino, amotinado, luchaba a su manera contra el imperio. Por eso, cuando fue apresado, sabia que le esperaba la cruz. No habia abogado que pudiera evitarle el castigo. No hubo juicio. Solo sentencia. Sus actos merecian ese castigo.

Y para su sorpresa, Pilatos decide dejarlo libre. Habia otro condenado que iba a ocupar su lugar. Esa mañana en el pretorio, Barrabas no lo podia creer. Habia un hombre destrozado por el latigo, que apenas podia mantenerse de pie, y una multitud que lo insultaba. Barrabas alento a la muchedumbre a que pidieran su nombre, queria salvarse a toda costa.

El soldado romano, lo escolto hasta la puerta y lo dejo salir. Ya era libre. No sabemos que paso con Barrabas despues de eso. Se perdio en la historia. No tuvo la decencia de agradecerle a Jesus por tomar su lugar. Simplemente se aprovecho de la situacion y siguio haciendo con su vida lo que tenia ganas.

Censuramos con dureza la actitud de Barrabas, pero lo imitamos a diario. Nosotros tambien fuimos reemplazados en la cruz. Jesucristo tomo nuestro lugar, y muchas veces, actuamos con la misma indiferencia que Barrabas. Mereciamos el castigo, pero fuimos rescatados por Jesus. Y a pesar de conocer ese acto de amor, despreciamos al Salvador, no nos importa lo que piense o diga de nuestros actos. Hacemos lo que queremos, vivimos como queremos, somos caprichosos y mal educados. Pecamos con descaro a diario, nos manejamos por impulsos, justificamos nuestros errores y no queremos cambiar.

Somos como Barrabas, unos caraduras que nos aprovechamos de la eterna bondad de Cristo. Pero hoy tenemos que cambiar. No podemos seguir siendo insensibles al amor del Señor Jesus. Debemos agradecerle por tomar nuestro lugar en el castigo divino de la manera que El desea. Mostrando obediencia.

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